En este sentido, que el niño sea hipermétrope es normal hasta cierto punto y no es necesario tratamiento ya que se compensa mediante el mecanismo natural de enfoque del ojo (la acomodación).
A veces ocurre que el grado de hipermetropía es mayor y por tanto, el esfuerzo acomodativo que tiene que llevar a cabo el ojo es más intenso y puede desencadenar síntomas como dolor de cabeza, visión borrosa, estrabismo (pérdida de paralelismo ocular) y con ello ambliopía u ojo vago.
Por regla general este defecto de visión desaparece progresivamente con el desarrollo ocular. Pero si alcanzada la edad de 5 años, que es cuando el ojo se vuelve emétrope, el niño conserva una parte significativa de la hipermetropía, es importante comenzar a neutralizarla lo antes posible para evitar las posibles complicaciones asociadas.